martes, 25 de junio de 2019

La Huelga de Hambre (Venezuela)


La huelga de hambre es una herramienta de lucha no violenta, que consiste en renunciar a cualquier tipo de alimentación para reivindicar el cumplimiento de algún derecho, eliminar reglas o normas consideradas ilegítimas por el sujeto huelguista. Este método de lucha pacífica, se ha convertido en un arma de difusión a nivel internacional para la clase trabajadora desde épocas remotas hasta nuestros días, golpeados frecuentemente por el martillo implacable del patrono y ante la complicidad del estado.

  ¿Pero qué pasa cuando el patrono es a la vez el estado?

En Venezuela, la clase obrera ha sido la más golpeada por las políticas neoliberales de un gobierno autoproclamado “socialista”, pero que hambrea a su pueblo mientras beneficia a minorías nacionales y extranjeras, políticas recurrentes desde épocas del caudillo militar Hugo Chávez y continuado por su heredero el falso obrero Nicolás Maduro.

Muchas son las herramientas y métodos de acción directa que se han empleado para luchar contra un gobierno militar totalitarista que actúa con alevosía de las formas más sanguinarias conocida. Cualquier forma desesperada para ser escuchados, como lo es la extrema huelga de hambre indefinida.

50 ex trabajadores petroleros iniciaron hace casi 30 días una huelga de hambre en la ciudad de caracas, a pocos metros del palacio presidencial, obreros victimas del patrono estado que se niega a reconocer sus beneficios laborales sumiéndolos en la pobreza, reclamando una indemnización que el propio gobierno se habría comprometido a cumplir, pero jamas lo hizo. Es asi como de forma voluntaria mostrando de este modo su decisión de morir si no consigue lo que pretende, es decir, que se cumplan sus reivindicaciones laborales pendientes, los obreros tomaron la iniciativa.

El grupo de manifestantes, que representa a un grupo de 586 afectados de todo el país, optó por esta opción de protesta luego de pasar 17 meses deambulando por las distintas instituciones oficiales de la capital venezolana con la esperanza de que fueran escuchados sus reclamos. Aun así Los huelguistas, ex trabajadores de Exxon Mobil, aguardan una respuesta del régimen de Nicolás Maduro para que les cancelen la deuda que mantienen con ellos desde 1997. Se espera que el martes se reúnan con las autoridades para buscar soluciones. 

Los trabajadores fueron subcontratados para laborar en la empresa estadounidense ExxonMobil, pero el presidente Hugo Chávez la expropió en 2007. Desde entonces la compañía presentó una denuncia en la que pedía 20.000 millones de dólares para resarcir los daños ocasionados.

José Mai, vocero de los trabajadores, aseguró que 12.000 empleados pertenecían a las actas convenios en las que ofrecían un contrato colectivo, pero solo les pagaron a 8.000 de ellos en 2016, "a los que son hijos de sindicalistas", sindicato manejado por esquiroles del régimen.

La protesta por el dinero comenzó de manera activa hace 17 meses en la capital. Manifiestan desde hace seis meses en la plaza de La Moneda; anteriormente estuvieron en la plaza Lina Ron, en Candelaria, durante seis meses, y en la plaza Alfredo Sadel, por cuatro meses.

Sobre cartones en el piso, los hombres esperan que el régimen de Nicolás Maduro les pague la deuda. Sábanas finitas son lo único que los protege del clima y la incomodidad. Muchos duermen por  horas y señalan que están débiles. Solo ingieren agua en horas determinadas y beben de envases plásticos cortados de forma rudimentaria.

Después de años de trabajo, esos hombres exigen sus pasivos laborales. Gritan "¡somos petroleros, no somos guarimberos!". Muchos de ellos no saben con certeza la cantidad exacta de dinero que deben recibir.

Las víctimas fatales.

Producto de la agonía, tan solo quedan 17 de los 50 huelguistas, al no soportar las duras condiciones, y 2 de ellos lamentablemente murieron a causa de esto.

Héctor Molina, uno de los ex trabajadores petroleros que se encontraba en huelga de hambre falleció luego de sufrir un infarto el jueves 20 de junio. Así lo informaron sus compañeros de huelga. La víctima tenía 72 años. Pocas horas después, la segunda víctima, Urbano Zapata, de acuerdo con sus compañeros sentía malestar excesivo por lo que sus familiares lo llevaron a su casa donde falleció.

Los anarquistas.

Como anarquistas, es nuestro deber apoyar la lucha de estos obreros en reclamo por sus derechos, no dejarles morir en la lucha por reivindicaciones que le permitan vivir con dignidad. Rechazamos el estado patrono, rechazamos el gobierno, rechazamos la explotación de la clase obrera y la partidocracia dentro de las empresas estatales, la solución está en la rebelión popular que permita a los trabajadores auto gestionar las empresas, ese es nuestra meta, sin patronos privados ni estatales. Invitamos a los trabajadores y a todo el pueblo en general a no permitir una injusticia más, una muerte inocente más, es el momento de la unión para construir una alternativa diferente, la alternativa libertaria.

lunes, 17 de junio de 2019

Ser anarquista hoy en Venezuela: Habla X, integrante del Colectivo de El Libertario



Nota previa de El Libertario: A comienzos de abril de 2018, una periodista colombiana escribió a nuestra redacción solicitando que alguien de nuestro Colectivo respondiese un cuestionario que estaba remitiendo a agrupaciones anarquistas en diversos puntos de Hispanoamérica, donde inquiría sobre lo que es ser anarquista hoy en este ámbito. Con gusto se le respondió, pero al parecer no ocurrio lo mismo en otros lugares, así que el reportaje previsto con las respuestas que se esperaban se ha ido postergando. Suponemos que ya no se publicará debido a los meses transcurridos, así que decidimos difundir las respuestas de la persoa de nuestra redacción, en el entendido que es un testimonio merecedor de conocerse publicamente acerca del tema.
1.- ¿Cómo es la vida de un anarquista en estos tiempos neoliberales?
Como para la gran mayoría de la población en Venezuela, la situación para mí  (y para toda la gente anarquista) en lo cotidiano se ha vuelto bastante difícil, teniendo que soportar esta particular circunstancia donde el Estado y el Capital nos someten a un brutal proceso de ajuste neoliberal combinado con un ejercicio del poder político que no dudamos en calificar dentro del modelo dictatorial autoritario propio del siglo XXI. Puede que haya gente fuera de nuestro país que se deje embaucar por la verborrea seudoizquierdista del gobierno chavomadurista y quiera creer que la dramática situación que acá padecemos es un montaje orquestado por la propaganda del enemigo, y si acaso se sufren algunos problemas serían exclusivamente por culpa de la conjura imperialista. Pese a tales condiciones que estamos pasando, mantengo la confianza personal en que la vía para el auténtico cambio social pasa por lo que propone el anarquismo, se mantiene pese a todo.
2. ¿Cómo se practican en la vida diaria las ideas de pensadores como Thoreau, Bakunin y Proudhon?
Debo preguntar porque se incluye a Thoreau, alguien cuyas ideas no suelen ser mencionadas entre las que se  consideran (al menos en el ámbito de habla castellana) como infuencias mayores en la teoría y práctica ácratas.
En la vida diaria, precisamente el anarquismo se caracteriza por proponer que quienes asumen sus ideas sean coherentes en practicarlas cotidianamente. El anarquismo no es solo un método para hacer la revolución social y una propuesta de cómo debe ser la sociedad que se construya luego de la revolución, es también una práctica para aquí y ahora; evidentemente no es fácil llevar esa coherencia en lo personal, pero es un reto que nos impone el anarquismo a quienes lo asumimos: pelear por él como proyecto político-social y practicarlo como modo de vida.
3. ¿Cuál es la percepción que se tiene en tu país sobre el anarquismo? ¿Cuál es la percepción de tu familia?
En Venezuela -donde no tuvimos la tradición histórica anarquista de otros países- ha sido un gran esfuerzo el de hacer que se conozca la propuesta libertaria, tarea que en las dos últimas décadas ha sido principal para el pequeño movimiento ácrata local; algo se ha avanzado en ese sentido, pero aún es mucho lo que queda por hacer en ese terreno. De algún modo esta situación se repite en el ámbito familiar, donde con el tiempo se ha pasado de una incomprensión total a algún conocimiento y tolerancia del anarquismo.
4. ¿Cuándo te hiciste anarquista y por qué?
Venía de una frustrante experiencia previa de militancia marxista donde entendí que por allí no iba el camino hacia la transformación radical de la sociedad y las personas, que ha sido mi aspiración vital principal; afortunadamente, encontré el camino hacia el anarquismo, que sí responde cabalmente a esa aspiración.
5. ¿Enfrentas algún tipo de obstáculo por serlo?
Nada distinto a lo que supongo deben capear l@s anarquistas en otros lugares, pues ser anarquista y enfrentar frontalmente el poder autoritario del Estado y el Capital no ha sido nunca nada fácil. Vale sin embargo apuntar que para el caso venezolano (como en otras ocasiones en que el anarquismo ha debido lidiar con poderes autoritarios que se dicen de izquierda) debemos enfrentar a un Estado que proclama compartir o al menos tener afinidad con las metas revolucionarias del anarquismo, donde al adversarlo se nos acusa de hacerle el juego a la derecha, calumnia nada nueva contra el anarquismo cuando ha sido coherente en repudiar activamente al poder opresor autoritario de cualquier signo, conducta que historicamente se ha demostrado como moral y éticamente la más justa ante el vergonzoso resultado al que han llegado los proclamados “Estados Socialistas”. Esta circunstancia específica que enfrenta el anarquismo de Venezuela, hace que gente que se dice de izquierda, incluso libertaria, vea con sospecha o incluso repudie abiertamente las posiciones que se han defendido desde aquí, lo que a fin de cuentas entendemos nos ha obligado a ser mas coherentes en nuestros argumentos y consistentes en su defensa.

domingo, 16 de junio de 2019

ROJAVA: REALIDAD Y RETÓRICA 4

GILLES DAUVÉ & TRISTAN LEONI / 2015
Traducido por A.K. y Agintea Hausten.
Publicado originalmente en Troploin en febrero de 2015




¿Un pueblo sin clases?

Tal y como suele ocurrir en situaciones similares, el imperativo de la auto-defensa contra un peligro
mortal (ISIS en este caso) ha llevado a los kurdos a formar un frente común, tanto en el sentido de
acción conjunta como en el del término político del siglo veinte del frente popular. La solidaridad
ha propiciado una suspensión temporal de las diferencias sociales, pero no su destrucción.
Nadie sostiene que la población conocida como ‘los kurdos’ sea tan afortunada como para ser el
único pueblo del mundo viviendo en armonía. Como otros pueblos, los kurdos se dividen en grupos
con intereses enfrentados: en clases sociales. Y si clase social suena demasiado a marxismo,
divididos entre dominantes y dominados. Por tanto, si una gran revuelta social está de camino en
Rojava, cómo y cuándo se va a derrocar a la clase gobernante? Es bien sabido que los grupos
dominantes son conocidos por echar mano de todos los medios disponibles, incluyendo la lucha
armada, para manenterse en el poder. ¿Qué lucha de clases les ha derrocado entonces en Kurdistán,
e iniciado el cambio?
A pesar de que un acontecimiento tan excepcional tiene pocas probabilidades de pasar
desapercibido, aquellos que creen en la ‘revolución’ de Rojava no sugieren respuesta alguna. La
cuestión se ignora, o casi. De hecho, sí que tienen una explicación, que resume David Graeber:
“(…) los rojaveses lo tienen bastante fácil en términos de clase, porque la burguesía real, tal como
existía en una región principalmente agraria, escapó con el colapso del régimen baaz. Sí que tendrán
un problema a largo plazo si no trabajan en un sistema educativo que asegure que un estrato
tecnócrata y desarrollista no intente tomar el poder, pero entretanto, es entendible que se centren de
manera más inmediata en asuntos de género.”
Graeber tiene el gran mérito de reflejar condensado el pensamiento de una gran porción de la
opinión radical. Lo que nos cuenta aquí, es que, aunque las cuestiones de género y clase son
importantes, la prioridad a día de hoy de Rojava es el género, porque el asunto de las clases sociales
ha sido (al menos temporalmente) solucionado con la huida de la clase gobernante. Los que se han
quedado son la gente común, simplemente el pueblo. Puede que en Rojava estén en apuros, pero
han conseguido algo a lo que los reformistas radicales de Occidente apenas apuntan: unir al 99% de
la población.
Pero D. Graeber confunde la clase social con las personas que la componen. Por supuesto que una
clase social son personas de carne y hueso, pero es mucho más que eso: son relaciones sociales. No
es que la burguesía desaparezca donde los individuos burgueses hayan huído. En los tiempos de la
Comuna de París, la clase dominante abandonó la ciudad, pero su estructura de poder se perpetuó en
esos dos meses ya que las arcas del Banco de Francia y sus millones de francos no sufrieron ningún
intento de confiscación por parte de los comuneros, y sobre todo porque continuaron la economía
monetaria y el trabajo asalariado. En Rojava no hay señal alguna de que las clases bajas se hayan
deshecho de la economía de mercado y el sistema salarial.
Los entusiastas de Rojava hablan mucho acerca de empoderamiento y cambios en la esfera
doméstica pero nunca mencionan las transformaciones de las relaciones de explotación. A lo sumo,
muestran ejemplos de cooperativas textiles, agrícolas, de comercio o de construcción (que nos
enteramos de que compiten con el negocio privado), pero nunca leemos sobre experimentos de
colectivización. Los pozos petrolíferos están operativos otra vez, se ha improvisado una refinería,
pero tampoco sabemos nada de las personas que trabajan allí.
Los organismos de gobierno están organizando una transición del monocultivo a la autosuficiencia
de comida. La tierra que era en origen de propiedad estatal está siendo distribuida en cooperativas
agrícolas, los productos se venden a la administración o en el mercado bajo precios regulados y hay
ayudas para el pan. “Hay mucho contrabando” cuenta Becky. Esto ha sido confirmado por otros
visitantes, y es algo que no sorprende: en las regiones que carecen de fronteras fijas y que se
encuentran devastadas por la guerra y la necesidad, los contrabandistas son comerciantes
transfronterizos ilegales. El alcance del contrabando es muestra de la resistencia de una economía
mercantil, con sus empresarios contratando una fuerza de trabajo mal pagada para ello. Donde hay
compraventa, los seres humanos -fuerza de trabajo- también son comprados y vendidos. No hay
igualdad alguna aquí, y ciertamente poca crítica de género.
Como escribe Janet Biehl, defensora de la ‘revolución’ de Rojava: “algunos rojavanos tienen
salarios, pero muchos trabajan de manera voluntaria, aunque otros aún sacan lo necesario de,
digamos, una vaca’’ Entretanto, se paga poco o ningún impuesto sobre la renta y los beneficios del
gobierno vienen del petróleo. En otras palabras, algunos rojavanos reciben un salario, otros viven
del dinero que sacan de otros lados, otros viven bajo una economía de subsistencia, y el no-Estado
vende petróleo. De una manera u otra, el dinero impregna todas las esferas de la sociedad de
Rojava.
Por lo general, los mercados están abiertos a los clientes en horario habitual, y el comercio y la
artesanía funcionan, lo cual constituye una mejoría inmensa sobre la situación anterior. Zaher Bader
visitó Cizira en Mayo de 2014 y cree que una revolución se está desarrollando en el Kurdistán sirio:
“Antes de que saliéramos de la región, decidimos hablar con los tenderos, empresarios, vendedores
de puestillos y compradores del mercado para escuchar sus opiniones, que tan importantes eran para
nosotros. Todo el mundo parecía tener una opinión muy positiva sobre el DSA y el Tev-Dam.
Estaban felices de que hubiera paz, seguridad y libertad y de poder llevar sus negocios sin
interferencias de partidos o demás agrupaciones”
¡Al fin hemos encontrado una revolución que no asusta a la burguesía!
O tal vez todo dependa de qué sea la clase burguesa. Si D.Graeber se reserva el término para la capa
más alta de la élite gobernante, entonces está en lo cierto: probablemente queden muy pocos
comerciantes de grandes capitales o banqueros mercantiles que residan actualmente en los tres
cantones de Rojava. Por tanto, para Graeber, no hay clase de la que hablar, sino tan sólo personas.
Sin embargo, un hombre que regenta una empresa de transporte con una flota de 5 camiones y que
emplea una fuerza de trabajo de 15 personas, es burguesía. Y Rojava es una sociedad de clases. La
tesis de ‘revolución social’ se va desmoronando, pero sus defensores apenas maquillan los hechos:
sus propios informes ofrecen evidencias suficientes para refutar lo que aseguran. El error está en no
hacerse la pregunta adecuada:
“La situación tiene también algo en común con la trayectoria de otras luchas alrededor del globo en
los últimos años. El Estado, ahora un agente del capitalismo global, es visto como el culpable por
los movimientos de clases proletarias y medias. Asimismo, se ve la nación como la fuerza para
oponerse a ello y las luchas se organizan bajo la ideología del ciudadanismo (con las jerarquías de
raza y género que ello presupone). La transformación que está tomando lugar en Rojava se basa en
cierta medida en una identidad radical kurda y sobre un sustancial contingente de clases medias que,
a pesar de su retórica radical, preservan el tienen interés en la continuidad del Estado y el Capital.”
(Becky)


¿El poder para el pueblo?


El día a día se determina por las relaciones de producción. Tal y como acabamos de ver, las
comunas autogestionadas de Rojava y los órganos de base están bajo influencia de empresas, tanto
grandes como pequeñas.
“Cuando los dioses quieren castigarnos, responden a nuestras plegarias’’ escribía Oscar Wilde.
Rojava cumple el sueño de los teóricos del empoderamiento popular gradual. El ‘’Cambiar el
mundo sin tomar el poder’’ de J.Holloway parece materializarse en el Kurdistán Sirio. Se supone
que la sociedad se ha de transformar desde abajo a través de una variedad de cambios graduales,
que han de dejar a los de arriba inofensivos, hasta que desaparezcan. Por eso la policía de Rojava no
es tal. Tan sólo puede ser una no-policía, una anti-policía. D. Graeber dice así:
“En última instancia -y ésta es la clave- las fuerzas de seguridad responden a las estructuras de
abajo arriba, y no de arriba abajo. Uno de los primeros lugares que visitamos fue la academia de
policía (…) Todos tenían que tomar cursos de resolución de conflictos no violenta y de teoría
feminista antes de que se les dejara tocar una pistola. Los co-directores nos explicaron que el
objetivo final era darle a todo el país seis semanas de entrenamiento policial para finalmente poder
eliminar a la policía”
Pero no se trata de mofarse, sino de saber sobre qué se construye esta ingenuidad: la creencia de que
no hay nada que temer de las fuerzas represivas -originales o nuevas- de Rojava, porque el poder
real está en la gente a nivel de base, en la comunas y los comités locales. Por eso, no importa lo que
sea que hagan los oficiales del gobierno, ni importa en qué maniobras políticas se metan los
aspirantes a líderes: nosotros somos la policía.
No se puede negar la existencia de redes en pueblos y barrios (a menudo multiétnicas), o de
colectivos de mujeres, que tratan muchos problemas, tanto triviales (disputas) como importantes
(escuela, sanidad, comercio local), así como las necesidad de la guerra. Ésto es un componente
indispensable de la revolución social. Pero en las circunstancias presentes, ésta forma de gobierno
de las comunidades funciona en paralelo a una estructura central que funciona como dirección
política del país. ¿Quién decide qué cosas? ¿Quién manda aquí? Esa es la cuestión. La autonomía de
la comuna está segura mientras no se ejerza, mientras no compita con el gobierno. Administrar es
una cosa, pero la toma de decisiones importantes es otra. Y nada apunta a que los municipios tengan
algo que decir en lo que respecta a formular políticas. Llamar a éste régimen “Administración
democráctica de autogobierno” cambia poco más que las palabras. Y por lo que respecta al plan de
llevar a cabo elecciones libres tan pronto como sea posible, es todo lo bueno que la democracia
parlamentaria puede llegar a ser.


Mujeres armadas


Supongamos que cambiamos los nombres y fechas… Gran parte de la admiración por Rojava hoy
en día, sobre todo hacia lo que es visto como una crítica radical de género, habría sido la misma en
los años treinta hacia la vida fraternal e igualitaria de las pequeñas comunidades sionistas en
Palestina. En aquellos días también, defensores y visitantes estuvieron asombrados por el rol
completamente nuevo que tomaron las mujeres.
En los primeros kitbbutzim, la igualdad entre sexos no era meramente el resultado de ideas
progresistas y socialistas. Las necesidades materiales (agricultura y autodefensa) exigían que no se
privara a la comunidad de la mitad de su fuerza de trabajo y militar. Para que las mujeres tomaran
parte en estas tareas (militar y agraria) se tenían que liberar de los deberes ‘femeninos’, por lo que
los hijos se criaban de forma colectiva, para la novedad de unos y el asombro de otros.
En Rojava no hay evidencia de que éso se esté dando. Que haya mujeres soldado no significa que se
haya acabado con la dominación masculina (y si lo hiciera, Israel sería uno de los países del mundo
con más igualdad entre sexos). Z.Baher, un defensor de la causa de la ‘revolución’ de Rojava,
escribe primero: “Hay una igualdad total entre hombres y mujeres” y prosigue, media página más
tarde: ‘’No he visto a una sola mujer trabajando en una tienda, estación de petróleo, mercado, café o
restaurante’’ En los campos de refugiados “autogestionados” a lo largo de la frontera en Turquía, las
mujeres kurdas se ocupan de los hijos mientras los hombres van a buscar trabajo eventual.
El carácter subversivo de un movimiento u organización no se mide por la proporción de mujeres en
armas. Tampoco su carácter feminista. Desde los años sesenta la mayoría de guerrillas han usado o
aún usan un gran número de mujeres, como en Colombia, por ejemplo. El 25% de las tropas
sandinistas eran mujeres, cosa que no trajo la liberación de éstas, ya que el aborto es absolutamente
ilegal a día de hoy en Nicaragua. La presencia femenina también es una característica típica de la
guerrilla maoísta. En Nepal, Pero y las Filipinas, la estrategia de la Guerra Popular Prolongada
aboga por la igualdad entre mujeres y hombres como medio para echar abajo los lazos tradicionales
(familiares, feudales, tribales) que son siempre patriarcales. El objetivo no es emancipar a la mujer,
sino reemplazar la dominación que ejercen los ancianos de la aldea por el mandato de los cuadros
del partido. En cuanto al PKK-PYD, el importante papel que juegan las mujeres se debe no tanto a
la influencia de las teorías feministas como al origen maoísta del partido.
¿Por qué se toma con tanta alegría a la mujer en armas como símbolo de liberación, incluso hasta
minusvalorar por qué está luchando?
Si la fotografía de una mujer empuñando un lanzacohetes puede ser portada de la prensa occidental
y las revistas radicales, es porque rompe con el mito (ya en declive) de que la mujer es por
naturaleza pacífica y pasiva. El derecho a usar armas (incluso de caza) ha sido durante largo tiempo
privilegio masculino, así que revertir la tradición es visto como prueba de la excepcionalidad y
radicalismo de un movimiento. El estereotipo del héroe macho da una imagen desagradable,
mientras que la imagen romántica de una luchadora por la libertad todo lo contrario. A los
antimilitaristas no les molesta tanto la guerra civil cuando las mujeres van al frente. Estas mujeres
son algo así como las redentoras de la lucha armada: la revolución brota del cañón del kalashnikov
empuñado por una mujer. Y eso por no mencionar la fantasía de la mujer vengadora, que empuña
las armas por una buena causa, disparando a sexistas y violadores. El vigilantismo también se
redime cuando se pone en manos de las mujeres, como en el Ms.45 de Abel Ferrara, una película de
1981 que trata sobre la venganza por una violación.
¡Qué Occidental es todo ésto! En muchas partes del mundo, las mujeres soldado han sido y aún son
bastante comunes, incluso en roles de combate o como tropas de choque. Era un batallón de mujeres
rusas el que protegía el Palacio de Invierno en Octubre de 1917, en la Segunda Guerra Mundial el
Ejército Rojo tenía conductoras de tanque, francontiradoras, etc. Las mujeres en armas son sólo una
rareza para las mentes occidentales.
Y vamos a añadir que el ejército de Assad y el ISIS también tienen unidades exclusivamente
femeninas, pero a diferencia de los kurdos, ignoran la crítica de género y no las usan en primera
línea de combate, sino para labores de policía o de apoyo.


Llamada a las armas


Es ciertamente curioso que algunas agrupaciones e individuos propensos a denunciar el complejo
militar e industrial ahora llamen a armar Rojava contra el ISIS, si recordamos que en 1999, durante
la guerra de Kosovo, algunos anarquistas apoyaron los bombardeos de la OTAN en Serbia… para
prevenir el genocidio.
¿De dónde y de quién han de venir esas armas? El proletario medio no tiene rifles de asalto o
granadas para pasar de contrabando a Kurdistan. ¿Debería ponerse en contacto con los traficantes
de armas internacionales?¿O deberíamos esperar que los poderes occidentales mandaran a Rojava
armamento adecuado? Las entregas han empezado a una escala modesta. ¿Deberíamos presionar a
EEUU, Francia e Inglaterra para que hicieran algo más? ¿Con qué medios? Las manifestaciones
libertarias no resuenan tanto como para llegar a la Casa Blanca. ¿Y a qué precio político para los
que lo piden? Nadie contempla la posiblidad de organizar Brigadas Internacionales, aunque ISIS ya
tenga las suyas.
Así que, cuando se habla de apoyo militar a Rojava contra el asalto yihadista, ¿de qué se está
hablando exactamente? Puede significar o bien palabrería vacía o solo otra cosa, que es pedir más
ataques aéreos de Occidente. ¿Cómo y dónde? Las bombas y los misiles rara vez caen sobre una
columna de vehículos yihadistas en el desierto, y lo hacen más frecuentemente sobre un vecindario
tomado por éstos, con los ‘daños colaterales’ que conlleva inevitablemente. No hay tal cosa como
los ataques de precisión quirúrgica. Según el Pentágono, los ataques de la coalición han matado a
6000 luchadores de ISIS entre septiembre 2014 y enero 2015. Tal vez algún día nos enteremos de
cuántos civiles kurdos han muerto al mismo tiempo.
Las matanzas masivas no son, evidentemente, algo que anhelen aquellos que llaman a las ‘armas
para la resistencia kurda’. Por eso es palabrería vacía, una actitud. Esa es tal vez la peor parte de la
historia; que en Oriente Medio haya un esfuerzo por autoorganizarse y autodefenderse, genuino
pero incapaz de trascenderse a sí mismo debido a las circunstancias hostiles, y que este esfuerzo
sirva a Europa y Norteamérica como pretexto para movilizaciones y eslóganes que nadie espera que
lleven a la acción.
Además, los supuestos realistas pasan por alto un factor eminente. Claramente la derrota militar
condena a la revolución al fracaso: la Comuna de París fue aplastada por el ejército burgués. Pero
ganar la guerra tampoco es la solución a un problema social irresuelto: la victoria bolchevique en la
guerra civil estableció la dominación de una nueva clase explotadora. Suponiendo que las tropas del
ISIS fueran aplastadas por las bombas y misiles estadounidenses, franceses, británicos, jordanos,
etc. y suponiendo también que el disfuncional Estado sirio permitiera sobrevivir a Rojava, ¿qué
revolución permanecerá como tal si necesitara de la asistencia de imperialistas y dictadores?
Radicalismo mainstream
No nos sorprende la posición que han tomado algunos sectores libertarios que siempre han asumido
los planteamientos de liberación nacional. Lo que nos aflige más es la actitud a menudo acrítica de
un gran círculo de camaradas anarquistas, okupas, feministas, comunistas libertarios, o incluso de
otros amigos que sabemos que son más críticos.
Ese entorno tiene la capacidad de iniciativa y energía personal, pero hay una debilidad( en lo que se
podría llamar ‘’radicalismo mainstream’’. En lo negativo, podría caracterizarse por el rechazo a las
instituciones y mediaciones que obstaculizan su camino a la emancipación: Estados, partidos,
sindicatos, parlamentos, burocracia, y también de un “periodo de transición” intermedio entre
capitalismo y comunismo, e incluso de las clases sociales, en tanto que se perpetúan a sí mismas en
una lucha interminable.
En los positivo, se centra en el empoderamiento, la autoorganización, la democracia directa y
revolucionar la vida diaria, lo que se extiende a toda forma de dominación, y de manera notable, al
la cuestión de género.
Como resultado, la desconfianza -perfectamente justificable- en la promesa futura de un mundo
nuevo se transforma en la tendencia a creer que el mañana es hoy, suponiendo que las personas ya
están transformando sus vidas aquí y ahora, y aparentemente se autogobiernan. Al mismo tiempo la
desconfianza hacia la política de altos vuelos se desarrolla en unas medidas concretas desde abajo,
incluso a pequeña escala, suponiendo que permita a la gente reconstruir sus vínculos sociales.
Bastantes textos sobre Kurdistán examinan Rojava exclusivamente desde el punto de vista de los
logros locales, lo que el pueblo de Rojava consigue llevar a cabo en las calles, las escuelas
comunales, las clínicas de distrito y el pequeño parque mencionado por Z.Bader (todos ellos
componentes necesarios de una revolución social), sin preocuparse mucho por el liderazgo del PKK
y el PYD. Esto es así porque para estos analistas los logros locales son más importantes que los
líderes políticos y, de hecho, son los que determinan la política de Rojava. Su prioridad son las
dinámicas de abajo-arriba, pero interpretan Rojava como si los de abajo mandaran sobre los de
arriba. ¿Qué podríamos entender de la Italia de 1977 si los acontecimientos fueran vistos solo desde
el ángulo de las asambleas generales, huelgas salvajes, disturbios y proclamas revolucionarias,
llegando casi a desechar a los sindicatos, partidos comunistas, la negociación política y las fuerzas
del Estado? Rojava es, a tiempo presente, un intento de construcción nacional. Los radicales lo
malinterpretan como un intento de construcción comunitaria.
En el pasado, el marxismo y la extrema izquierda se centraban en la producción y el trabajo: tomar
las fábricas, gestionar la economía, etc. Ahora, sin embargo, la revolución se ve cada vez más y más
como un asunto de comportamiento: autoafirmación, autoorganización, el énfasis puesto en el
género, la ecología, la multiculturalidad, reconectar, encontrarse, debatir. Se plantea la revolución
en términos societarios más que en términos sociales: la palabra se ha extendido mientras que su
significado se ha restringido. Lo societario se convirtió en tendencia al apagarse las esperanzas
radicales. Lo societario es cuando no puedes alterar las estructuras sociales. El cambio social es
poner final a la dominación masculina, el cambio societario es la paridad sexual.


¿Qué critica al Estado?


Si lo que molesta a los radicales en la liberación nacional es el objetivo de crear un Estado-Nación,
el momento en que un movimiento nacional se proclame no estatista o antiestatista y sea lo
suficientemente convincente a estos efectos, los radicales ya no se opondrán a la liberación
nacional. Por tanto la única necesidad de los radicales es considerar a la Nación -suponiendo que
permanezca sin Estado- como nada más que el pueblo. ¿Y quién podría estar en contra del pueblo?
El pueblo somos nosotros, todos menos el 1%. El pueblo es el 99%.
Y aquí es donde el pensamiento libertario se queda corto. La oposición directa al Estado es uno de
los fundamentos anarquistas, y de ahí su indudable mérito. El problema está en que la hostilidad
incondicional hacia el Estado es compatible con una perspectiva no revolucionaria, por ejemplo
con una visión de cambio progresivo. De las tres figuras principales del anarquismo del siglo XIX
-esto es, Proudhon, Kropotkin y Bakunin- sólo Bakunin ha mantenido que era necesario un
momento de ruptura con la continuidad histórica, de una ruptura constructiva/destructiva con el
pasado. Proudhon fue, de manera insistente, hostil a la revolución, mientras que Kropotkin llegó en
1899 a la idea de que “(…) la resistencia con la que el movimiento hará frente a las clases
privilegiadas apenas tendrá el carácter obtusamente obstinado que ha hecho ser tan violentas a las
revoluciones del pasado”. Sus opiniones más tardías fueron bastante ambivalentes enlo que respecta
al tema. Aunque menciona un ‘’periodo revolucionario’’, no está claro en sus escritos si “las
agencias constructivas de apoyo mútuo” podrían -o no- crecer dentro del capitalismo hasta alcanzar
una masa crítica que les permitiría de manera casi natural reemplazar el sistema capitalista por otro
comunista. No hace falta mencionar que el marxismo desarrolló una tesis similar del capitalismo
socializándose a sí mismo hasta el punto de convertirse inevitablemente en socialismo.
El planteamiento progresista gradual no es incompatible con el anarquismo. Por eso no es
inadecuado que un gradualista como D.Graeber se etiquete como ‘anarquista’. Para él, las
comunidades transfronterizas se pueden desarrollar thastaque las fronteras resulten inútiles, y causar
la “disolución gradual de la burocracia del Estado-Nación’’. La palabra clave aquí es burocracia:
cuando cualquier cosa (trabajo, dinero, guerra, negocios) se gestiona democráticamente, su
naturaleza cambia con ello.
La debilidad del anarquismo está en considerar al Estado especialmente como instrumento
coercitivo -lo cual ciertamente es- sin preguntarse por qué lo hace y cómo juega ese papel. Un
Estado es un aparato administrativo que garantiza la seguridad y mantiene la cohesión entre
intereses divergentes. Para los anarquistas, sin embargo, el Estado se identifica sobre todo con
autoridad vertical impuesta. Una vez estas formas de coerción visibles se esfumen, será suficiente
para algunos anarquistas para concluir que el final del Estado ha llegado o está en camino (no para
todos ellos, ni mucho menos). Una fuerza policial genuinamente comunitaria y “horizontal’’, por
ejemplo, no seguiría siendo vista como policía.
Los libertarios se quedan sin argumentos contra algo que se parece mucho a sus programas. Al
haber estado siempre opuestos al Estado y a favor de la democracia, el confederalismo democrático
y la autodeterminación social son vistos con buenos ojos. De hecho, el ideal anarquista es
reemplazar al Estado por miles de comunas y colectividades de trabajo federadas.
Sobre esta base, se hace factible para un internacionalista apoyar un movimiento nacional mientras
implemente la autogestión política, social y cultural, o la “reapropiación de lo común’’ en
terminología del siglo XXI. Como el PKK insiste en que no quiere tomar el poder, pero mientras
contribuye a un sistema en el que el poder se dispersa para que nadie lo pueda compartir, es bastante
fácil para un anarquista identificarse con ésto.

Perspectivas

El intento de una revolución democrática en Rojava, con sus consiguientes transformaciones
sociales ha sido posible sólo gracias a la excepcionalidad de las circunstancias: la caída de los
estados iraquí y sirio, además de la invasión yihadista, que constituye una amenaza mortal la cuál ha
acelerado el proceso de radicalización.
Tal y como están las cosas, una de las opciones es que el ISIS tome la zona por completo, lo que
causaría la disolución de Rojava como proto-Estado, relegando a la autonomía kurda a franjas
menguantes de terreno, con grupos guerrilleros aislados, volviendo así a la situación anterior a 2003
para los países de la región.
La segunda, y por ahora la más factible de las opciones, es que Rojava mantenga la posición con
apoyo militar occidental y que la república de Rojava sobreviva bajo la tutela internacional
suficiente como para navegar en las turbias aguas de un Oriente Medio en crisis (entre otros retos
estaría la guerra civil siria, al otro lado de la frontera. Paradójicamente, mientras se mantenga el
régimen de Assad, podría constituir un aliado, reacio y poco fiable, contribuyendo a la
incertidumbre de la situación). Un país recién creado como éste no sería más independiente que el
presente micro-Estado kurdo en el norte de Irak, bajo la protección occidental y, al igual que el
Gobierno Regional de Kurdistán, Rojava solo podría sobrevivir entrando en el juego de los grandes
poderes y empresas.
El petróleo sería tanto una ventaja como una limitación. Para un país pequeño y frágil, dividido
geográficamente en tres partes, la riqueza mineral no vale nada sin compradores y aliados
poderosos. En el momento en el que se escribe esto (N.del T.: febrero de 2015), hay sólo un
aeropuerto en Cizire, bajo control gubernamental sirio.
Este sería a la vez el mejor y peor escenario. Sin embargo, no importa cómo de democrática quiera
ser Rojava, incluso a pesar de la fuerte presión desde la base, la consolidación y normalización del
país solo puede defender aquello que es compatible con la democracia burguesa, es decir, lo que no
entre en conflicto con el trabajo asalariado, la circulación y acumulación monetaria, negocios con
capital extranjero, etc. El ‘socialismo en un solo país’ ruso fue imposible, de la misma manera que
lo es el confederalismo democrático, sea lo que sea lo que signifique. Todas las conquistas sociales
con potencial subversivo serán paradas, y en el mejor de los casos (aunque puede que sea pedir
demasiado), habrá elecciones libres, poca corrupción, algo de respeto por los derechos humanos,
autoadministración local para los asuntos locales, un sistema sanitario mejor que el de los países
vecinos, una policía moderadamente represiva, una educación progresista, prensa libre (siempre que
no caiga en blasfemias), un Islam tolerante, y por supuesto paridad entre sexos, tal vez llegando a
haber una vicepresidenta. Y nada más. Seguramente sea suficiente para que los que creen en la
revolución de Rojava continúen haciéndolo. La realidad nunca desmotiva a los devotos y cuando su
teoría se demuestra falsa por los hechos, los rechazan también. “¡Sed más dialécticos!” dicen.
“Ignorad el presente: todo lo que hoy pinta mal, en el pasado lo hacía aún peor, pero mañana
mejorará…”.
Y en lo que respecta al conflicto entre organismos autoorganizados y el aparato político que los
supervisa bajo el ojo vigilante del PKK, nos surge una cuestión de nuevo: ‘¿Quién lleva realmente
las riendas del poder?’ No hay ‘dualidad de poderes’ en Kurdistán, ni hay poder proletario desde
abajo que compita por el mando contra una estructura política de arriba. La supervisión del PKK
acepta a las colectividades municipales de autogobierno que le dejan a cargo de las decisiones
importantes y que solo autogestionan la vida diaria, esto es, que la población no altere el balance de
poder real. En la España del 36 los principios de la revolución sucumbieron a la guerra. En Rojava
la guerra permanece y a pesar de los genuinos esfuerzos de los proletarios kurdos de tomar los
problemas en sus manos, no hay nada que demuestre la incipiente llegada de una revolución.



sábado, 15 de junio de 2019

ROJAVA: REALIDAD Y RETÓRICA 3

GILLES DAUVÉ & TRISTAN LEONI / 2015
Traducido por A.K. y Agintea Hausten.
Publicado originalmente en Troploin en febrero de 2015



La nación tiene un nuevo rostro
Los movimientos de liberación nacional del siglo XXI difieren significativamente de lo que fueron
cuando el colonialismo tocaba a su fin y la Guerra Fría entre los EE.UU. y la URSS se
materializaba en guerras locales por la hegemonía, con un amplio despliegue de alianzas cambiantes
y millones de muertes. El pueblo kurdo pagó un precio aún más caro por ello, ya que los kurdos
están divididos entre cuatro países. Aun así, el cambio en el programa nacionalista no se debe a
consideraciones humanitarias, un compromiso con la no-violencia o la lectura de una teoría
verdaderamente crítica. Más bien al hecho de que su programa original había quedado obsoleto.
En resumidas cuentas, una vez en el poder, el típico programa de frente nacional habría de ser la
herramienta para romper amarras con el poder dominante (en Oriente Medio sería Reino Unido
hasta los años 40 y más tarde EE.UU), buscar ayuda en su rival (la URSS) y llevar a cabo un
desarrollo endógeno dirigido por el Estado, basado en una agricultura colectivizada y en la industria
pesada. Al menos, así era en teoría. Dondequiera que no hubiera burguesía, o hubiera una débil, los
movimientos de liberación nacional optaba por un capitalismo burocrático en vez de por uno
burgués, buscando referentes en Marx y Mao, y no en Adam Smith y Keynes, e instalando un
régimen dictatorial dirigido por un partido supuestamente de los trabajadores o del pueblo. Se
consiguió así más dictadura que desarrollo, pero eso ya es otra historia. De todas maneras, con la
desaparición de la URSS y la llegada de la globalización, todo esto se hizo poco práctico. Por ello,
después de abogar por el Marxismo-Leninismo, el Guevarismo y el Tercermundismo, los
movimientos de liberación nacional adoptaron su propia versión del alter-globalismo. El descrédito
del socialismo nacional llevó al nacionalismo étnico, el cual, en el caso del PKK, mutó en el
reclamo de una nación multiétnica. Lógicamente, esta nueva línea también fue adoptada por la rama
del PKK en Siria, el PYD.
Como cualquier movimiento político, un movimiento de liberación nacional se provee de ideología,
de aliados y de objetivos a los que puede apuntar, y los modifica según convenga a sus intereses. En
1903, en su 6º congreso, conocido como ‘el congreso de Uganda’, el Sionismo aún se debatía ante
la posibilidad de ubicar la patria judía en África. En 1914, Pilsudski no eligió entre lo correcto o lo
incorrecto: apoyó lo que consideró mejor para la causa de la independencia polaca, y cambió de
bando según la suerte de la guerra. La lealtad de un nacionalista no es hacia una clase o credo, sino
tan solo hacia lo que considera como ‘su pueblo’ y hacia su propio papel como el líder de ese
pueblo. Las lealtades fluctúan y las doctrinas también.
No se debe juzgar a un libro ni a un movimiento de liberación nacional por su portada. En la
práctica, los cuadros del PKK apoyarán a un terrateniente o un patrón si estos gozan de influencia
en la zona. También defenderán huelgas u organizarán protestas si ello les ayuda a unir gente a su
causa. Aquí se pondrán del lado de formas de religión rígidas, y allá del lado de la tolerancia. Hoy
aparecerán como tradicionalistas, y mañana como modernizadores. Y esto es lo que se llama
política: el PKK apoyará lo que incremente su poder de base. En los días que reclamaba ser parte
del socialismo mundial, no se detuvo en herejes como Pannekoek o Mattick, y tomó por referente al
exitoso Marxismo-Leninismo. Cuando ahora abraza la ideología libertaria, no bebe de Makhno,
sino que prefiere una versión más aceptable, y probablemente la más moderada de todas hoy en día:
la doctrina de Bookchin, que condimenta el municipalismo socialista del siglo XIX con
autogobierno y ecología.
Se trata de una opción bastante sensata. El PKK ha tenido que reducir sus ambiciones y el
confederalismo democrático es la única ideología política válida para un partido que tiene que
arreglárselas con Estados y fronteras, porque no puede anhelar crear el suyo, con sus propias
fronteras, lo que significaría forzosamente redibujar los límites de al menos dos países vecinos.
Haciendo de la virtud una necesidad, el PKK se ha deshecho de las referencias a la ‘clase’ y el
‘partido’ y promueve la autogestión, la cooperación, el comunalismo (que no comunismo), antiproductivismo
y género. David Graeber se regocijaba sobre el hecho de el pueblo de Kurdistán
puede que se estuviera leyendo en estos momentos a Judith Butler. Lo cuál es una observación muy
precisa: la deconstrucción del sujeto político (del proletariado como agente histórico), la
priorización de las identidades, la clase reemplazada por género… el PKK ha virado, sin lugar a
dudas, del marxismo al postmodernismo.
Hablar de un ‘no-Estado’’ es jugar con las palabras. El PKK no ha renunciado al objetivo de todo
movimiento de liberación nacional. Aunque se cuide de no usar una palabra que suene demasiado
autoritaria, aún aspira a crear un aparato centralizado de toma de decisiones en el territorio kurdo
¿Qué mejor palabra para ello que Estado? El desarrollo de dicho Estado sería tan democrático bajo
el control de sus ciudadanos, que no merecería el nombre de Estado. Hasta aquí en cuanto a
ideología.
En el mundo real, el objetivo de una fuerte autonomía interna, junto a una vida horizontal y
democrática no es algo completamente irrealizable. Esta es la condición de cierto número de
regiones en el Pacífico: el gobierno central no se preocupa por que los nativos mantengan su
sociedad y costumbres rurales, se autoadministren en gran medida, vivan de una economía basada
en la subsistencia o caigan en la pobreza. Todo ello, mientras no molesten a los demás. Tan pronto
como los recursos mineros o petrolíferos estén en riesgo, todo cambia, y si es necesario, se trae al
ejército, tal como ocurrió en Papúa Nueva Guinea. Somalia tiene bastantes atributos compartidos
con un Estado (policía propia, economía y moneda), excepto que ningún otro Estado la reconoce
como tal. En Chiapas (cuya situación a menudo es comparada con Rojava), los zapatistas han
estado sobreviviendo durante veinte años en una semi-autonomía regional en la cual salvaguardan
sus costumbres y cultura sin molestar al Estado Federal mejicano, mientras se queden donde están.
El levantamiento zapatista es tal vez el primero de la era de la alterglobalización, ya que no buscaba
asegurar la independencia o transformar un país entero, sino preservar una forma de vida
tradicional.
En cuanto a los kurdos, no viven pacíficamente en una isla. Muchos de ellos habitan en ciudades y
viven (des)afortunadamente sobre grandes yacimientos de petróleo, lo cual deja los asuntos
mundiales y monetarios lejos de su dominio, con una región desgarrada por conflictos sin final y
gobernada por dictadores. Ésto deja un margen escaso para Rojava… o un lugar muy pequeño y
dependiente: su viabilidad económica es baja, pero no inexistente, gracias a posibles ingresos del
petróleo en el futuro. El oro negro ya ha creado países títeres como Kuwait, un estado rentista que
se apoya en su riqueza subterránea, y el micro-Estado kurdo en Irak le debe su existencia
exclusivamente a sus pozos petrolíferos. En otras palabras, el destino de Rojava depende menos de
la movilización de sus gentes que de la interacción de los poderes dominantes y sus grandes
negocios.
Como el PKK ya no reivindica su propio estado (que tampoco puede tener), reclama las el
autogobierno de las regiones kurdas federadas dentro de varios estados, comenzando por Siria (cuya
“integridad territorial” reconoce el Contrato Social de Rojava). Queda por ver qué implicaría para
la población una confederación de tres o cuatro zonas transfronterizas a lo largo de al menos tres
países. Estas autonomías coexisten y no se desprenden de la estructura política central que las une.
En ninguna parte ha ocurrido que zonas transfronterizas, como la Línea Oder-Neisse en Europa,
hayan disminuido el poder estatal. El aparato central de la “ley y el orden” delega algunas de sus
competencias a las autoridades locales. Es así como funciona un Estado moderno.
“La construcción de una nación democrática”
Las palabras no lo son todo pero en política ciertamente cobran una gran importancia. Los
redactores del Contrato Social de Rojava querían evitar el término Constitución, ya que les
recordaba a las revoluciones estatistas, pero la terminología que escogieron proviene de la
Ilustración del siglo XVIII. En su búsqueda de las raíces del pensamiento antiautoritario,
puentearon a Bakunin y se quedaron en Rousseau. Por eso su Contrato Social se asemeja más a la
versión modernizada de la declaración de intenciones de la burguesía revolucionaria del pasado.
Esto ocurre en 2014, por lo que el preámbulo del Contrato Social toma en cuenta ‘la igualdad y la
estabilidad medio-ambiental’ y aboga por ‘una sociedad libre de autoritarismo, militarismo,
centralismo y de intervención de la autoridad religiosa en los asuntos públicos’. Este último punto
es contradictorio con el artículo 86, que dice que los miembros de la Asamblea Legislativa tomarán
juramento del cargo ‘en nombre del Dios Todopoderoso’’. Recordemos que hasta 1888 los
miembros del parlamento británico, la Casa de los Comunes, debían prestar un juramento que
excluía a los disidentes protestantes, católicos y ateos.
Pero vayamos al cogollo del asunto. En lo esencial, Rojava se ha de basar en la ‘coexistencia mutua
y pacífica y el entendimiento entre todas las ramas de la sociedad’’. Ramas, estratos, grupos
sociales, clases… La traducción del francés es capas (“couches”). Con eso, obviamente, no
debemos malinterpretar que Rojava esté desprovista de divisiones sociales. Simplemente significa
que mientras sean ciudadanos de Rojava, todos sus habitantes pueden y deben vivir juntos en paz.
No se menciona la lucha de clases en este documento, que se asemeja más que nada a una
constitución democrática.
Rojava tiene el discurso de una revolución burguesa. En 1789, la Declaración de los Derechos del
Hombre y el Ciudadano, recogía explícitamente ‘la resistencia a la opresión’, pero llevaba implícito
el derecho a la propiedad. La Libertad era completa… dentro de los límites de la Ley. En Rojava
ocurre lo mismo: el artículo 41 recoge el ‘derecho de uso y disfrute de la propiedad privada’
excepto ‘por razones de utilidad pública o interés social’. (N. del T.: Similar al artículo 128 de la
Constitución Española de 1978). Lo que ‘propiedad’ significa en términos sociales no es que
cualquier persona esté autorizada a la posesión de su ropa, habitación o bicicleta. Significa que
aquellos que poseen los medios de producción pueden contratar el trabajo de aquellos que tienen en
posesión su propia ropa, habitación o bicicleta. En eso consisten las clases sociales.
Una vez se establece el marco social, ya sea en Francia en 1789 o en Rojava en 2014, ya se puede
prometer o asegurar casi todo lo demás: ‘separación de poderes’, ‘justicia independiente’,
‘equilibrio medioambiental’, ‘libertad de expresión’, el‘derecho inviolable de las mujeres a
participar en la vida política, social, económica y cultural’, la ‘eliminación de la discriminación de
género’, el ‘derecho de reunión pacífica, protesta pacífica, manifestación y huelga’, que los
‘recursos nacionales’ sean considerados como ‘riqueza pública’ y que los ‘procesos de extracción(..)
sean regulados por ley’’, ‘’que toda edificación y tierra sean de propiedad pública’’, que por lo
menos haya un 40% de mujeres en ‘todos los órganos de gobierno, instituciones y comités’, la
abolición de la pena de muerte, del trabajo infantil, la garantía del derecho a ‘asilo político’, la
seguridad de que ‘ningún civil podrá ser juzgado ante tribunal militar o tribunales especiales o ad
hoc’ y que ningún registro de casa podrá tomar lugar bajo unas garantías apropiadas. Asegura un
sistema educativo carente de ‘principios racistas o chovinistas’, la ‘separación de religión y el
Estado’ (a pesar del juramento…). En caso de emergencia ‘se podrá recurrir a la ley marcial,
pudiendo ser revocada por una mayoría cualificada de 2/3 del Consejo Ejecutivo’. Esta decisión
‘deberá ser presentada y adoptada por unanimidad por la Asamblea Legislativa’’. Además, uno de
los 22 Cuerpos del Consejo Ejecutivo se especializa en ‘la igualdad en la familia y entre géneros’’.
Como salvaguardia contra la dominación kurda sobre las minorías árabes, asirias, armenias y
chechenas, Rojava se compromete a fomentar la ‘unidad en la diversidad’ multiétnica. Aquí, de
nuevo, resuena el eco distante de la revolución democrática: E pluribus unum (‘unidad en la
diversidad’), lema presente en el escudo de EEUU desde 1782, y de hecho lema nacional, hasta que
el congreso adoptara ‘In God we trust’ en 1956. ¿Puede Rojava ser más ‘secular’ que la América
contemporánea?
La gobernanza moderna políticamente correcta no puede reclamar más que esto (tan sólo faltarían
los derechos de los animales). Pero a pesar de todo no hay omisiones y vemos cómo se habla del
reclutamiento forzoso: todo ciudadano de Rojava puede ser llamado a prestar el servicio militar. Así
sería una de las prerrogativas de un Estado que espera que aquellos bajo su protección o mando
sirvan en su ejército. De hecho, no es un ejército como tal, sino que se denomina como las
‘Unidades de Protección Civil’ (YPG) que tan solo actúan como fuerza de ‘autodefensa’ contra
‘amenazas internas o externas’’: como sabemos, cualquier poder político hace un uso amplio de la
noción de amenaza interior.
“Sin exagerar, es la constitución más democrática que la gente de esta región ha tenido nunca’’
(Sardar Saadi). Y es bastante cierto. El Contrato Social define una sociedad de iguales ante la ley:
cada hombre y mujer solo se interrelaciona con sus iguales. La división social se deja aparte, no
existiendo ya ricos y pobres, burgueses o trabajadores: solo ciudadanos con igualdad de derechos:
“un sistema democrático burgués que se llama confederación’’ (Zafer Onat). La Democracia es el
sistema político más adecuado para reconciliar a un pueblo socialmente dividido.
Las ‘zonas de autogestión’ no puede ser creadas por ley. ¿Cuál es el estado de las cosas sobre el
terreno?
Observadores y visitantes de todos los colores políticos han advertido intensos cambios en la vida
cotidiana. En primer lugar, hay una dispersión del poder en una multitud de iniciativas gestionadas
de manera local y la administración de los pueblos se lleva a cabo de manera colectiva. También
existe un esfuerzo por recoger y diseminar el conocimiento local (relacionado con la medicina, por
poner un ejemplo) y por volver a vincular a las personas con la naturaleza. Los exámenes se han
visto sustituidos por una educación interactiva, se pone en marcha el mutualismo en las escuelas
para salvar la brecha alumno/profesor, se fomenta la vida comunal en la universidad (hombres y
mujeres), los comandantes de las milicias son electos, hay un nuevo enfoque a la sanidad, con
énfasis en métodos más preventivos y holísticos que tratan cuerpo y mente a la vez (bajo el
principio de que la reducción de estrés puede paliar otras enfermedades), y una justicia administrada
en cada pueblo a través de un comité de hombres y mujeres que media en los conflictos, decide
sobre la sentencia y trata de reintegrar y rehabilitar al infractor. En otras palabras, un esfuerzo por
abolir las separaciones. Gran parte de lo que quieren implementar los reformistas y radicales en
Europa está siendo experimentado en Rojava ya mismo.
Tal vez la transformación más notable afecta a las relaciones entre sexos. Las escuelas
coeducacionales son la norma. Las mujeres ya no se quedan en casa todo el día, las reuniones han
de contar con al menos un 40% de presencia femenina, todos los órganos tienen dos directores,
femenino y masculino, se fomenta el empoderamiento como parte de la cosmovisión de la mujer e
incluso se incluye un nuevo campo de conocimiento, la jinología (ciencia de la mujer). A pesar de
que el feminismo ha sido fuerte en el movimiento de liberación kurdo durante largo tiempo, estos
cambios no son pequeñas innovaciones para Oriente Medio, y en algunos aspectos, la igualdad de
sexos parece más avanzada en Rojava que en Europa.
En el terreno económico, Rojava trata de alcanzar un desarrollo propio óptimo. Bajo el mandato
sirio, la zona tenía petróleo, pero carecía de refinerías, así como trigo, pero no molinos para molerlo
y hacer harina. El énfasis se pone ahora en la autosuficiencia.
Pero las apariencias engañan. Como todos los profesionales de la política curtidos, el PKK y PYD
dominan el arte de proyectar la imagen positiva de sí mismos que en el exterior se quiere ver.
También es natural que los locales intenten impresionar a los visitantes destacando los aspectos más
exitosos de su movimiento. Por supuesto, no es todo fachada. La auto-organización ha mejorado la
vida diaria de una población anteriormente reprimida y desatendida.
Las asambleas públicas se reúnen de manera regular, con la asistencia de varios cientos de personas,
que no permanecen sentadas sin más, sino que toman un papel activo, con una preocupación
generalizada (y por lo menos parcialmente puesta en práctica) de los escalafones más bajos por
mantener el control sobre los de arriba.
Arriba y abajo. Esto nos acerca al quid de la cuestión. ¿Qué es lo que está siendo debatido? ¿Qué
tipo de decisiones toman los consejos? ¿Toman decisiones sobre problemas mayores o menores?
La respuesta está en la pregunta. El sistema de consejos de Rojava es paralelo a un gobierno
transicional (y es bien sabido que las transiciones pueden ser eternas) que organiza una guerra,
negocia con países extranjeros, reorganiza la recolección de impuestos, planea la producción de
petróleo, etc., como cualquier institución central que gobierna un territorio. O dicho de otra manera,
como un Estado. Y sería insólito ver a un Estado disolverse en una democracia directa local.

viernes, 14 de junio de 2019

ROJAVA: REALIDAD Y RETÓRICA 2


Autodefensa

GILLES DAUVÉ & TRISTAN LEONI / 2015
Traducido por A.K. y Agintea Hausten.

Publicado originalmente en Troploin en febrero de 2015

«Una vasta nebulosa de “movimientos” —armados o no, que oscilan entre el bandidismo social y la
guerrilla organizada— actúan en las zonas más desfavorecidas del vertedero capitalista mundial y
presentan rasgos similares a los del PKK actual. De una forma u otra, intentan resistirse a la
destrucción de economías de subsistencia residuales, al saqueo de los recursos naturales o minerales
locales o incluso a la imposición de una propiedad territorial capitalista que limita o impide el
acceso o su uso; […] podemos citar desordenadamente el caso de la piratería en los mares de
Somalia, del MEND en Nigeria, de los naxalistas en la India, de los mapuches en Chile. […] es
fundamental comprender su contenido común: la autodefensa. Una autodefensa que puede ser
también considerada vital, pero que no difiere en su naturaleza de lo que se expresa en cualquier
acción sindical cuyo objetivo es luchar por los salarios o las condiciones de trabajo. De la misma
manera en que sería faltar a la verdad identificar una lucha por los salarios con un “movimiento
revolucionario” -aunque fuerza extremadamente feroz o amplia-, es igualmente falaz dotar de un
significado revolucionario a este tipo de autodefensa» (Lato Cattivo)
Autodefensa implica autoorganización. Lo que tenemos en Rojava es:
«(…) un movimiento real contra el expolio y la coerción del Estado, que lo combate militarmente
en sus fronteras y difumina su poder desde dentro. Los límites de las luchas en Rojava en este
sentido son los mismos que los de las luchas en cualquier otro lugar, donde la relación entre fuerza
de trabajo y capital se ha convertido en un cuestión represiva y en luchas que toman la propia
represión como punto de partida. Éstas tienen lugar lejos de los bastiones de la reproducción del
capital y no se dirigen a cambiar las relaciones de explotación.» (Becky)
La cuestión principal es si la autodefensa en Rojava ha sido -o puede llegar a ser- la vía para alterar
las relaciones de producción. Pero antes, hablemos de nacionalismo.

jueves, 13 de junio de 2019

EDUCAR PARA LA PAZ


Y un tercero y definitivo objetivo antimilitarista es EDUCAR para la Paz.

EDUCAR para la Paz con el COA-MOC es querer convertir la educación en acción, en una práctica de vida que conduzca a transformaciones concretas de las actitudes personales, de grupo y de la sociedad. Entendemos la educación por la paz como una experiencia de apoyo mutuo para transformar nuestra realidad, para desaprender la guerra, para desmilitarizar nuestro cuerpo y nuestro pensamiento.

Cuando pretendemos educar para la paz no escondemos los conflictos ni la existencia de la violencia, la violencia es el instrumento diario del poder y la fuerza motriz de la injusticia que provoca los conflictos. Confiamos en la educación como herramienta social de prevención de la violencia, analizándola y comprendiéndola, enfrentándonos a sus causas, aprendiendo a solucionar pacífica y positivamente los conflictos.

Deseamos recuperar la cultura como producto de la experiencia colectiva y no de la transmisión más o menos autoritaria de conocimientos predeterminados o “verdades” incuestionables. Preferimos la reciprocidad en el saber y rechazamos el elitismo y la prédica moral o política. En definitiva, deseamos contribuir al crecimiento de niños, niñas, hombres y mujeres de paz.
http://www.antimilitaristasmadrid.org/moc-carabanchel/noviolencia/manual_revolucion_noviolenta/antimilitarismo.htm#antimilitarismo